El Palacio Azul: descubramos su historia y sus orígenes. Después de la torre inclinada y la Piazza dei Miracoli, el Palazzo Blu es uno de los elementos más famosos de Pisa gracias a las exposiciones temporales que traen a la ciudad a los protagonistas del arte contemporáneo.
El Palacio Azul: los orígenes
Los Lungarni pisanos son el corazón de la ciudad y presentan un panorama extraordinario que fue descrito y amado ya en el siglo XIX por autores de todo el mundo como Lord Byron, Percy Shelley y Giacomo Leopardi, que los preferían a los florentinos.
Uno de los mejores puntos desde donde se puede disfrutar de este espectáculo, sobre todo al atardecer, son los puentes o plazas que dan al río, entre los cuales el más concurrido es sin duda la Piazza Garibaldi [por donde pasamos con nuestro Pisano Tour].
Entre los palacios que enmarcan la ribera hay uno que destaca entre los demás por su particular color: el Palazzo Giuli Rosselmini Gualandi, hoy Palazzo BLU.
La zona donde se encuentra el edificio tiene una historia muy antigua.
De hecho, ya en época altomedieval aparecen los primeros asentamientos rurales cerca de la iglesia lombarda de Santa Cristina, reformada en numerosas ocasiones pero que mantiene el ábside original, y del Ponte delle Pietre, que ya no existe.
Un verdadero palacio no nació hasta 1356, cuando Giovanni Dell’Agnello, el único dux que existió en Pisa, decidió construir su Domus uniendo una serie de casas torre.
Creó una estructura compuesta por grandes pilares de piedra verrugosa, unidos para formar arcos ojivales, rellenos de ladrillos y decorados con aberturas de uno y dos agujeros.
El Palacio Blu y la familia Médicis
Durante la primera conquista florentina, es decir, entre 1406 y 1494, el palacio se convirtió en la sede de los cinco providentes encargados de la vigilancia de la ciudad.
El edificio pasó a manos del Ayuntamiento, ya que la familia Dell’Agnello estaba en decadencia.
Se cuenta que en 1495 se organizó allí un baile con las más bellas muchachas pisanas para dar la bienvenida al rey de Francia Carlos VIII, para pedirle ayuda en su liberación del dominio florentino.
Entre las doncellas estaba también Camila del Lante, una de las más bellas de la ciudad, y aquella noche un capitán del ejército francés se enamoró de ella.
Gracias a él, que permaneció en la ciudad con sus tropas, a pesar de la orden contraria del Rey, Pisa tuvo unos años de libertad.
En el siglo XVI, el palacio pasó a manos de la familia Del Testa.
Se realizan así los primeros cambios en el palacio, dándole el típico aspecto renacentista con la piedra serena del típico color gris.
Desde el siglo XVIII hasta nuestros días
En el siglo XVIII, la familia Agostini introdujo nuevos cambios y eligió el típico azul, color del aire.
Este colorido es «copiado» de los palacios rusos de San Petersburgo, utilizado para dulcificar las formas de los palacios.
Para el interior, se encargan decoraciones grotescas a Antonio Niccolini.
Éstas siguen siendo visibles en el plano noble.
En 1861 fue comprado por los condes Giuli, que restauraron y devolvieron al palacio su aspecto actual.
Amplían y hacen simétrica la fachada, que pasa de 4 a 5 ventanas, y añaden una parte del edificio.
Nicola Torricini se encarga de la decoración interior y el final de las obras se celebra con un gran baile en la Sala Rossa.
Durante la última guerra fue el alce de las fuerzas aliadas y, afortunadamente, no sufrió daños ni en el conflicto ni por la gran crecida del Arno en 1966.
En 2001, el último Conti Giuli (que se convirtió en Giuli Rosselmini Gualandi) vendió el edificio a la Fondazione Cassa di Risparmio di Pisa.
En esta última se inicia un extenso trabajo de restauración que da amplios resultados y revela hallazgos arqueológicos, restos arquitectónicos y detalles sobre el color original.
Está abierto al público desde 2008 con el nombre de BLU, PALAZZO D’ARTE E CULTURA.
En el próximo artículo descubriremos qué se esconde en el interior de este maravilloso palacio.